El MST, nace de las luchas concretas que los trabajadores rurales de Brasil desarrollaron en la región del Sur por la conquista de la tierra. Quiere la expropiación de los latifundios improductivos (en posesión de hacendatarios nacionales o de monopolios extranjeros) y quiere la definición de un máximo de hectáreas para la propiedad rural. Se manifiesta en contra de los proyectos de colonización y reclama una política agrícola destinada al pequeño productor. Asimismo exige la democratización del agua en la región nordestina y el cobro del impuesto territorial rural para destinarlo a la reforma agraria.
Al día de hoy más de 140,000 familias han conquistado la tierra atravesando dos etapas (una tan difícil como la otra): las de acampado y asentado. El movimiento se ha extendido a 23 estados y tiene una organización muy sólida, fundada en la democracia y participación interna, principalmente en cuestión de las mujeres y de los jóvenes, quienes son la mayor parte de los que asumen las tareas en parte de articulación y organización del movimiento. La unidad de organización es la cooperativa, la propiedad colectiva de los medios de producción y la distribución igualitaria del producido comunitariamente.
Las cooperativas locales están asociadas a la Confederación de Cooperativas de Reforma Agraria del Brasil y, principalmente, son las dedicadas a la agroindustria las que han elevado el nivel de vida de los asentados.
El movimiento pone gran atención a la educación de sus miembros y afirma entenderla como mucho más amplia que la escolaridad y la alfabetización; particularmente, como un proceso de toma de conciencia y de liberación.
Cada ocupación amplía la base social de la lucha por la tierra ya que representa la lucha contra el hambre y la miseria, es decir, por la vida.
El MST tiene tres grandes objetivos: la tierra, la reforma agraria y una sociedad más justa. La reforma agraria necesaria debería garantizar el trabajo para todos, con la consiguiente distribución de la renta; la producción barata de alimentación barata y de calidad para toda la población brasileña posibilitando su seguridad alimentaria; garantizar el bienestar social, la justicia social, la igualdad de derechos; difundir los valores humanistas y socialistas en las relaciones entre las personas, eliminando la discriminación racial y de género; preservar y recuperar los recursos naturales.
Después de cada ocupación el MST desarrolla una alternativa a la improductividad, se trata de ocupar la tierra para trabajarla y producir.
Otra de las formas de lucha es la marcha popular, caminatas de miles de personas a través de miles de kilómetros con el fin de realizar la pedagogía del ejemplo: demostrar a la sociedad brasileña que hay otras maneras de hacer política y de luchar por los intereses colectivos haciendo ver que alguien tiene que gritar.
El MST adquiere una fortaleza política impresionante, ya que las personas que han sido “acampantes” y que ahora son “asentadas” expresan que el período de acampado fue muy difícil. Lo fue por las condiciones en que vivieron (sin agua, sin luz, sin medios de transporte, con escasa o nula atención sanitaria, por el frío, la humedad o las alimañas) y por el desprecio social sufrido. El terror nocturno y la espera de la represión policial o militar se volvió –más que una amenaza- una forma de existencia.
La afirmación de la libertad afecta el análisis de lo social y lo hace mediante tres propuestas: la acción directa no violenta, la conquista de la tierra (a la que llaman territorialización) como sufrimiento y organización, y la conquista de la libertad a través de la tierra.
Para los miembros del MST la experiencia de ocupar latifundio significa la diferencia entre la vida y la muerte (ésta definida como ir a parar a la favela). Por eso, la moral productiva es el único reaseguro para seguir ocupando y resistir; de tal modo que el centro de la vida es el trabajo.
En el curso de su crecimiento el MST ha impuesto nuevas categorías de análisis sobre la tierra.
Al día de hoy más de 140,000 familias han conquistado la tierra atravesando dos etapas (una tan difícil como la otra): las de acampado y asentado. El movimiento se ha extendido a 23 estados y tiene una organización muy sólida, fundada en la democracia y participación interna, principalmente en cuestión de las mujeres y de los jóvenes, quienes son la mayor parte de los que asumen las tareas en parte de articulación y organización del movimiento. La unidad de organización es la cooperativa, la propiedad colectiva de los medios de producción y la distribución igualitaria del producido comunitariamente.
Las cooperativas locales están asociadas a la Confederación de Cooperativas de Reforma Agraria del Brasil y, principalmente, son las dedicadas a la agroindustria las que han elevado el nivel de vida de los asentados.
El movimiento pone gran atención a la educación de sus miembros y afirma entenderla como mucho más amplia que la escolaridad y la alfabetización; particularmente, como un proceso de toma de conciencia y de liberación.
Cada ocupación amplía la base social de la lucha por la tierra ya que representa la lucha contra el hambre y la miseria, es decir, por la vida.
El MST tiene tres grandes objetivos: la tierra, la reforma agraria y una sociedad más justa. La reforma agraria necesaria debería garantizar el trabajo para todos, con la consiguiente distribución de la renta; la producción barata de alimentación barata y de calidad para toda la población brasileña posibilitando su seguridad alimentaria; garantizar el bienestar social, la justicia social, la igualdad de derechos; difundir los valores humanistas y socialistas en las relaciones entre las personas, eliminando la discriminación racial y de género; preservar y recuperar los recursos naturales.
Después de cada ocupación el MST desarrolla una alternativa a la improductividad, se trata de ocupar la tierra para trabajarla y producir.
Otra de las formas de lucha es la marcha popular, caminatas de miles de personas a través de miles de kilómetros con el fin de realizar la pedagogía del ejemplo: demostrar a la sociedad brasileña que hay otras maneras de hacer política y de luchar por los intereses colectivos haciendo ver que alguien tiene que gritar.
El MST adquiere una fortaleza política impresionante, ya que las personas que han sido “acampantes” y que ahora son “asentadas” expresan que el período de acampado fue muy difícil. Lo fue por las condiciones en que vivieron (sin agua, sin luz, sin medios de transporte, con escasa o nula atención sanitaria, por el frío, la humedad o las alimañas) y por el desprecio social sufrido. El terror nocturno y la espera de la represión policial o militar se volvió –más que una amenaza- una forma de existencia.
La afirmación de la libertad afecta el análisis de lo social y lo hace mediante tres propuestas: la acción directa no violenta, la conquista de la tierra (a la que llaman territorialización) como sufrimiento y organización, y la conquista de la libertad a través de la tierra.
Para los miembros del MST la experiencia de ocupar latifundio significa la diferencia entre la vida y la muerte (ésta definida como ir a parar a la favela). Por eso, la moral productiva es el único reaseguro para seguir ocupando y resistir; de tal modo que el centro de la vida es el trabajo.
En el curso de su crecimiento el MST ha impuesto nuevas categorías de análisis sobre la tierra.
El derecho a la tierra para trabajarla es el derecho a la vida
Mi más profundo y sincero agradecimiento a Pedro Carrano, quien me acercó al Movimiento de los Sin Tierra y que con su fuerza y lucha me han enseñado a vivir y crear otro mundo posible desde el interior de nosotros mismos.
L. García