6 de enero de 2011

La otra cara de Rio de Janeiro en Brasil


Las favelas son edificaciones muy rudimentarias construidas alrededor de las grandes ciudades de Brasil. Generalmente, en los barrios formados por favelas no hay ni agua corriente ni luz, y los habitantes viven en condiciones de pobreza y rodeados de delincuencia. Actualmente, en las favelas de todo Brasil viven alrededor de 6,5 millones de personas.
Las favelas más antiguas tienen ya un siglo de existencia, pero solo a comienzos de los años setenta se convirtieron en cuna de las bandas, ganando poder con el tráfico de drogas y creando feudos en estos barrios olvidados por las políticas estatales.
Los favelados (como se les conoce a las personas que habitan en las favelas) no son considerados ciudadanos formales, ya que no poseen ni dirección postal, por lo que no cuentan con nada que los acreditase como tales.
En la Ciudad de Río de Janeiro que tiene una población de 7 millones de habitantes. Y, dos millones de personas -un tercio de la población de Río- habitan en unas mil favelas, aproximadamente, algunas de ellas localizadas en colinas que se asoman sobre lugares turísticos como las playas de Copacabana e Ipanema y en la falda del monte del Corcovado, que corona la estatua del Cristo Redentor.
Estas favelas están perfectamente comunicadas con la ciudad. Una parte de los habitantes de la favela tienen su trabajo en la ciudad, lo que ellos llaman el “asfalto”.
Claramente vemos que en estos lugares se halla un estado completamente independiente dentro de una misma ciudad pero con sus propias leyes, reglas y códigos propios.
Para los millones de brasileños que viven en favelas la violencia forma parte ineludible de la vida. Esta situación se debe tanto a la delincuencia como a los métodos utilizados por algunos elementos de la policía -la fuerza a la que se paga para que proteja a la comunidad-.
Las favelas, cuya población está privada de la protección efectiva del Estado, y especialmente de la protección policial efectiva, son las que sufren las mayores concentraciones de homicidios y delitos violentos.
El narcotráfico se ha institucionalizado en las favelas cariocas. Es decir, la práctica violenta de sus principales actores y la facilidad de convertirse en un modo de vida para millares de niños, adolescentes y jóvenes, no son acciones paralelas al poder sino que hacen parte de su vida cotidiana. Con lo cual, las mismas instituciones del poder han transformado la ilegalidad del tráfico de drogas una práctica delincuente.
Los narcotraficantes sustituyeron al Estado y se erigieron en benefactores de la población, ofreciendo servicios como luz, gas o televisión por cable y organizando concurridas fiestas, en las que acuden armados con pistolas y fusiles para exhibir su poder.
Pero también, podemos encontrar a los grupos mafiosos de policías, conocidos como "milicias", que han sustituido a los "narcos" en decenas de favelas, donde extorsionan a la población con métodos igual de violentos que sus predecesores.
Recientemente estos barrios humildes, o favelas, de Río de Janeiro, en Brasil, están siendo “recuperados” por la policía, dentro de un “plan de recuperación urbana” para los Jugos Olímpicos de 2016.
Algunos habitantes en las favelas sostienen que las autoridades quieren que se muden porque están en un área privilegiada para la compra-venta de terrenos, ya que muchas favelas se encuentran en laderas de colinas que ofrecen vistas espectaculares y acceso fácil a áreas céntricas de la ciudad.
Por lo que este plan urbanístico incluirá más de 260.000 hogares y tendrá un costo superior a los US$4.500 millones.
Asimismo, se demolerán viviendas en 123 zonas humildes que estén expuestas a grandes riesgos de, por ejemplo, deslaves como consecuencias de las lluvias.
Aproximadamente 13.000 familias que viven en estas 123 zonas serían reubicadas, si es que hay lugar para ellas.
Es por ello que el interés de “limpiar” las favelas, en el que no está en juego la seguridad y bienestar de las miles de personas que habitan en ellas, sino están por más los intereses privados. Ante esta situación el gobierno estatal ha enviado fuerzas especiales y caveirão, que literalmente quiere decir "gran calavera", que es un vehículo de combate de estilo militar blindado, equipado con una torreta y diversos puestos para disparar. Estos vehículos con los que la policía patrulla las favelas de Río de Janeiro, entran en las comunidades disparando al azar.

Lourdes García