7 de diciembre de 2009

Sembrando dignidad: la doble lucha de las mujeres zapatistas


Antes de la creación del EZLN, las mujeres eran maltratadas y humilladas por parte del patrón, muchas sufrieron violaciones, fueron tratadas como si no valieran nada, como si sólo sirviesen para parir y cuidar a los hijos, muchas de ellas sufrían y morían en el parto, y cuando enfermaban se curaban con plantas medicinales.

En el inicio del movimiento zapatista, sólo participaban dos mujeres indígenas. Para 1994, el 30 por ciento de las filas del ejército las conformaban mujeres. Poco a poco las mujeres fueron engrosando las filas combatientes, hasta alcanzar, hoy en día, grados de dirección. Algunas de ellas dirigieron a las tropas zapatistas en las acciones militares del 1º. De enero de 1994: Ana María, Ramona, Elena, Irma, Luisa y Elisa, son algunos de los nombres de mujeres que tuvieron un papel destacado en esa mañana de 1994, como combatientes, como dirigentes y como participantes de ese gran movimiento que surgía a la luz pública.

Actualmente, las mujeres conforman la tercera parte de las fuerzas combatientes del EZLN. Además, existe un grupo más numeroso de mujeres zapatistas que pertenecen a las bases de apoyo.

La Mayor Ana María (quién dirigió la toma de San Cristóbal el 1º. De enero de 1994), relata que la participación femenina no se limita a lo estrictamente militar “… son muchas las cosas que se hacen en las comunidades. Desde que empezó a desarrollarse este trabajo del EZLN, fue muy importante la participación de las mujeres en la seguridad, y fueron las jóvenes quienes salieron a pelear, el trabajo de las mujeres de los pueblos es organizarse para hacer trabajos colectivos”. La Mayor Ana María, específica las diferencias entre las milicianas y las insurgentes “las dos son combatientes, pero las milicianas viven en sus pueblos, reciben entrenamiento y van a combatir cuando les toca. Las insurgentes, vivimos en los campamentos y nos distribuimos en los pueblos para ir a enseñar política.

Como ellas mismas lo relatan, ahora luchan por igual derecho que los hombres, ocupan cargos en la milicia, participan también como promotoras de educación o salud, son miembros de las Juntas de Buen Gobierno y de las comisiones de agricultura y artesanías.

En las comunidades se organizan para formar su propia cooperativa, y hasta en algunos casos juntan un dinerito para comprar animalitos y trabajar en colectivo, ya sea criando pollos o marranos, o en su caso, sembrando maíz y hortalizas.

El trabajo de las zapatistas es por conciencia y no por un beneficio personal, lo hacen por apoyar a las comunidades. Es así como se organizan para la comercialización de sus artesanías y productos, para poder subsistir.


La lucha no es sólo con el arma, el trabajo de las mujeres en los pueblos es organizarse.

Hoy, luchan día a día por el respeto a los derechos de todas las mujeres.

“Nuestros derechos son las mejores armas para luchar”

Lourdes García